jueves, 22 de marzo de 2012

Una de Orcos Manchados


Después de casi un año de que salió el número anterior (el único en ser publicado en 2011), aparece Orc Stain #7, el más reciente número del opus del Canadiense James Stokoe. Y si bien la espera pudo parecer excesiva, créanme: Si James requiere de un año para completar un número tan bueno como este, vale la pena la espera.

Me regreso un poco. Orc Stain es una serie creada y ejecutada por completo por James Stokoe, que comenzó a publicarse en 2010 a través de Image Comics. Por favor, que la referencia a los orcos en el título no les provoque una falsa impresión. Si bien el cómic está ubicado en un mundo de seres fantásticos, esta irreverente serie tiene poco que ver con El Señor de los Anillos o algunos de sus gradilocuentes herederos.


A grandes rasgos, el cómic se ubica en un mundo constantemente subyugado por los orcos, una raza de salvajes violentos que, cuando no están destruyendo a los otros, se están destruyendo entre sí mismos. Finalmente unificados por un gran guerrero, el “Orctzar”, éste desea coronar su dominio con la conquista de un gran e inalcanzable tesoro, el “Ganga-Gronch”. Sin embargo, para esto necesitará una llave: un orco tuerto.


La búsqueda de esta llave lo lleva por el rumbo de nuestro protagonista: un bandido denominado “one-eye”: un orco tuerto con la habilidad de abrir cualquier cerradura. En su camino, éste se topará con la bruja Bowie y Zazu, su malhumorada capucha viviente. Bowie odia a los orcos, y no le molestaría destruir a One-Eye, pero está interesada en estudiar el ojo de nuestro protagonista. Las circunstancias los obligarán a mantenerse juntos durante la huida de éste de las huestes de Orctzar.

Esta sinopsis, que puede sonar simplona y genérica, no le hace justicia al encanto de Orc Stain: La riqueza pulsante del mundo presentado, una especie de híbrido bastardo entre Philippe Druillet y Jamie Hewlett, en la que cualquier cosa –incluso una lata-podría resultar un ser vivo. Las idiosincracias de los personajes, como la costumbre de los orcos de tomar como trofeo los “gronchs” (les dejo de tarea que averigüen qué es eso) de sus enemigos derrotados, o la manera en que utilizan a sus prisioneros a modo de teléfono, son unos pocos ejemplos en los que James toma un concepto que bien podría caer en el lugar común y lo convierte en una propuesta fresquísima y retorcidamente divertida. Y eso sin contar la buena dosis de humor malaleche.


Regreso al mencionado #7: Si bien la serie tiene un nivel de calidad apabullante desde el principio, en los primeros números podíamos percibir a un James más interesado en explorar las particularidades del mundo que está creando que en engancharnos con el desarrollo de la trama. Esto sería negativo si dicho mundo no fuera fascinante en sí mismo. Sin embargo, la historia ha ido cobrando fuerza, aunque hasta el número seis todavía encontremos momentos en los que a James parece ganarle su propio entusiasmo, presentando algunas páginas que sacrifican su legibilidad en aras de regodearse en su virtuosismo. En este último número, sin embargo, la narrativa es firme y contundente, y sin sacrificar un ápice de su imaginación desbordante.


Un autor que va madurando, sin dejar de lado su irreverencia ni su sentido del humor. Un cómic sin complejos que me recuerda porqué me encanta este medio. ¿Qué más se puede pedir?

A la fecha se han publicado siete números de Orc Stain. También se ha editado un tomo que compila los primeros cinco números. Todo a través de Image Comics.

GuidoVox fuera/

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