Después de casi un año
de que salió el número anterior (el único en ser publicado en 2011), aparece
Orc Stain #7, el más reciente número del opus del Canadiense James Stokoe. Y si
bien la espera pudo parecer excesiva, créanme: Si James requiere de un año para
completar un número tan bueno como este, vale la pena la espera.
Me regreso un poco.
Orc Stain es una serie creada y ejecutada por completo por James Stokoe, que
comenzó a publicarse en 2010 a través de Image Comics. Por favor, que la
referencia a los orcos en el título no les provoque una falsa impresión. Si
bien el cómic está ubicado en un mundo de seres fantásticos, esta irreverente
serie tiene poco que ver con El Señor de los Anillos o algunos de sus
gradilocuentes herederos.
A grandes rasgos, el
cómic se ubica en un mundo constantemente subyugado por los orcos, una raza de
salvajes violentos que, cuando no están destruyendo a los otros, se están
destruyendo entre sí mismos. Finalmente unificados por un gran guerrero, el “Orctzar”,
éste desea coronar su dominio con la conquista de un gran e inalcanzable
tesoro, el “Ganga-Gronch”. Sin embargo, para esto necesitará una llave: un orco
tuerto.
La búsqueda de esta
llave lo lleva por el rumbo de nuestro protagonista: un bandido denominado
“one-eye”: un orco tuerto con la habilidad de abrir cualquier cerradura. En su
camino, éste se topará con la bruja Bowie y Zazu, su malhumorada capucha
viviente. Bowie odia a los orcos, y no le molestaría destruir a One-Eye, pero
está interesada en estudiar el ojo de nuestro protagonista. Las circunstancias
los obligarán a mantenerse juntos durante la huida de éste de las huestes de
Orctzar.
Esta sinopsis, que
puede sonar simplona y genérica, no le hace justicia al encanto de Orc Stain:
La riqueza pulsante del mundo presentado, una especie de híbrido bastardo entre
Philippe Druillet y Jamie Hewlett, en la que cualquier cosa –incluso una lata-podría
resultar un ser vivo. Las idiosincracias de los personajes, como la costumbre
de los orcos de tomar como trofeo los “gronchs” (les dejo de tarea que
averigüen qué es eso) de sus enemigos derrotados, o la manera en que utilizan a
sus prisioneros a modo de teléfono, son unos pocos ejemplos en los que James
toma un concepto que bien podría caer en el lugar común y lo convierte en una
propuesta fresquísima y retorcidamente divertida. Y eso sin contar la buena
dosis de humor malaleche.
Regreso al mencionado
#7: Si bien la serie tiene un nivel de calidad apabullante desde el principio,
en los primeros números podíamos percibir a un James más interesado en explorar
las particularidades del mundo que está creando que en engancharnos con el
desarrollo de la trama. Esto sería negativo si dicho mundo no fuera fascinante
en sí mismo. Sin embargo, la historia ha ido cobrando fuerza, aunque hasta el número
seis todavía encontremos momentos en los que a James parece ganarle su propio
entusiasmo, presentando algunas páginas que sacrifican su legibilidad en aras
de regodearse en su virtuosismo. En este último número, sin embargo, la narrativa
es firme y contundente, y sin sacrificar un ápice de su imaginación
desbordante.
Un autor que va
madurando, sin dejar de lado su irreverencia ni su sentido del humor. Un cómic
sin complejos que me recuerda porqué me encanta este medio. ¿Qué más se puede pedir?
A la fecha se han
publicado siete números de Orc Stain. También se ha editado un tomo que compila
los primeros cinco números. Todo a través de Image Comics.
GuidoVox fuera/
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