lunes, 5 de diciembre de 2011

DK2, o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar a Frank Miller

Batman: The Dark Knight Strikes Again (alias DK2) es un cómic vulgar, burdo, incoherente, grotesco, y en ocasiones ofensivo. Dicho de otra manera, es uno de los mejores cómics contemporáneos de superhéroes que he leído.

Un poco de contexto: DK2 –publicado originalmente entre el 2001 y el 2002- es la secuela a The Dark Knight Returns de 1986, obra considerada seminal en la evolución del género de superhéroes, y vaca sagrada del cómic americano en general. Ambas obras son de la autoría de Frank Miller. La idea de que saliera una secuela no sólo era considerada altamente improbable, sino que era temida por muchos devotos de la obra original. Y tenían razón para temer.

A veces es bueno acercarse a las cosas desde la perspectiva que da el paso del tiempo. Cuando DK2 se lanzó originalmente, su éxito comercial fue equiparable a las feroces críticas que recibió. Efectivamente, el Miller de 1986 –una joven superestrella del cómic deseosa de dejar su marca en uno de los personajes más icónicos del medio- y el Miller del 2001 –Un autor consagrado y ferozmente independiente- son personas muy distintas, tanto en su estilo como en sus intereses. Se puede intuir incluso, en el Miller mayor, un perverso deseo de demoler la obra del Miller joven que es, francamente, delicioso.


Mientras en la obra de 1986 había una clara intención de plasmar una versión definitiva del personaje y, a pesar del humor de su sátira política, el tratamiento de su protagonista era francamente reverencial, en la obra de 2001 parece no haber mayor intención que la de divertirse y dar rienda suelta a sus impulsos de artista, a costa de los bolsillos de DC Comics. El resultado es una obra fluida, en donde la coherencia del argumento pasa a segundo plano, priorizando la brillantez de momentos aislados. La trama incluso da un giro forzado, dado que entre la realización de los números dos y tres de la sereie, se dio el ataque del 11 de septiembre, y Miller no quiso perder la oportunidad de reflejar este evento en su obra. A final de cuentas, DK2 deja un poco de lado las consideraciones intelectuales, para proponer una experiencia netamente visceral ¿Y no es eso lo que uno espera de un cómic de superhéroes?

El arte también refleja esta naturaleza de la obra, olvidando cualquier intento de realismo, para optar por un trazo burdo, que forma figuras expresionistas de mucha agresividad. El trazo de Miller se ve favorablemente complementado con el coloreado de Lynn Varley que, dejando de lado sus célebres acuarelas- vomita sobre la página un despliegue chillante de color digital, sin que ningún efecto sea demasiado chillón o artificial para ser probado. El resultado llega incluso a ser feo, pero estético y fascinante.


Ideológicamente, el libro es tan burdo como en los demás aspectos, aunque se alcanza a percibir en su interpretación de Batman la inclinación cada vez más conservadora del propio Miller (a pesar de que parodia figuras –reales y ficticias- tanto de la izquierda como de la derecha política) Este aspecto, sin embargo, es completamente irrelevante. Después de todo ¿Quién rayos lee un cómic de Batman buscando una postura política? Este cómic debe disfrutarse como lo que es: Una dosis de adrenalina.

Aunque en lo personal no sea el aspecto que más me interesa de la obra, si a  alguien le interesa un análisis más profundo del argumento y la simbología en DK2, me parece recomendable el ensayo en tres partes que realiza el historiador Peter Sanderson:

GuidoVox  fuera/

Batman: The Dark Knight Strikes Again es editado por DC Comics.

No hay comentarios:

Publicar un comentario